Borges nuestro

Borges nuestro

Jairo Osorio y Carlos Bueno

Encontrarse con Borges a los veinte años fue, tal vez, un desperdicio. En la mocedad es posible ejercer la fuerza o el desenfreno, nunca el talento. En esa oportunidad, ¿qué podía uno preguntar al anciano ilustre, «un hombre trabajado por el tiempo», si ya lo había respondido todo? Otros dos interlocutores más, ¿qué examinarían de él que no lo hubiera dicho en su largo camino por el mundo? 

Durante ese momento de privilegio hubo instantes en que quisimos apostarle a la familiaridad y a la cercanía. Sonaron falsos los intentos. En los otros minutos terminamos de majaderos, reiterándonos una y otra vez, con los mismos disparates que distinguen a los periodistas de todos los días y todos los temas. 

Al alimón preguntaron esos dos jóvenes irrespetuosos que éramos entonces. Creo que Borges respondió por consideración; es el precio que se paga por la celebridad. Ya lo había dicho en algún lado: «Mi fama basta para condenar a esta época». Llegar hasta él en ese hotel de playa fue una obra de una colecta pública de amigos eufóricos en medio de los tragos del sábado 18. Qué preguntarle, lo dejaron a nuestro talante de mozos. Y al destino, que después nos ha gobernado con harta generosidad. 

El silencio del piso, el día sosegado, dieron un aire mágico a las dos horas largas de la conversación: su voz, apenas audible en algunos tramos, se escuchó con la reverencia que obliga el superior al dictar un precepto a los súbditos. Hasta María atendió reverente. Este es el resultado… El Borges nuestro. 

Biografía

Categoría

2024

Año de Edición

108

Número de páginas

978-628-7696-22-8

ISBN

Editorial CES

Editorial

Impreso

Formato