Nabá
Texto – Dani Vasco
Dibujos – Matías Giraldo
Audiolibro
En el congestionado centro de una gigantesca ciudad, una tarde fría de un 3 de diciembre, nació una niña de ojos saltones negros y brillantes como una noche estrellada. Su piel marrón hacía honor a la descendencia indígena de su madre que, al verla después de nacer, la llamó Nabá.
Para los que no saben, cuenta una leyenda de Salvador Salazar Arrué que Nabá era una princesa indígena protagonista de una historia de amor imposible, en la que ella y su amado príncipe Hoitzi eran hijos de tribus enemigas.
En su afán por estar juntos, el príncipe cae herido en guerra. Nabá corre en su auxilio y les pide a seis sirvientas que curen a los enemigos, mientras ella acompaña a su amado en el último suspiro de vida.
Se dice que la princesa murió en los brazos de su amado y que en ese lugar crece el Nabá, un árbol cuyo bálsamo cura las heridas.
—Esa serás tú —exclamó la madre mientras acariciaba el algodonado pelo de su hija—, una sanadora de los heridos en los enfrentamientos diarios A medida que la niña crecía, se interesaba por las artes circenses. ¡Qué gran asombro sentía al ver volar acróbatas en las carpas bicolor que visitaban la ciudad! Se apoderaba de ella la intriga por conocer los secretos de los sombreros gigantescos de los magos y se descosía de risa con las rojas narices de los payasos: esos eran sus preferidos. En su adolescencia adquirió una colección de pelucas coloridas, crespas, lisas, peinadas y despeinadas, y se compró 30 narices de diferentes colores.
Hoy, mi pequeña y dulce Nabá lleva tres meses pintándose de escarchas y colores sus ojos grandes y oscuros. Va con una maleta repleta de pelucas y narices y, con 17 médicos más, visita hospitales en lugares recónditos, iluminando noches y poniendo bálsamos de felicidad que curan el cuerpo y el alma de aguerridos hombres y mujeres de la cotidianidad.
Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
Clic para visitar objetivo
Un proyeto de